El proyecto “La grandeza de doce pequeñas iglesias en el Chiloé rural” es una sitio web que busca volver a fijar a atención en algunos aspectos del Chiloé rural, esta vez sacando a la luz la estrecha relación que existe entre los modos de vida y los templos de la llamada “Escuela chilota de construcción en madera”. Para hacer evidente las muchas formas en que la cultura material e inmaterial están interrelacionadas, el proyecto le da voz a los propios habitantes, quienes a través de sus historias de vida y vivencias únicas, nos ayudan a entender entre otras cosas, la singularidad de habitar el Chiloé profundo y aislado.
Pueden visitar este sitio web aquí: https://www.loscuadernosdemanungo.com/
Conversamos con Carlos Hevia, impulsor de esta inicativa.
Carlos cuéntanos un poco de ti y ¿Cómo llegaste a este proyecto?
Hola, yo soy arquitecto de la U. de Chile y aquí en la facultad existe un programa muy antiguo vinculado al archipiélago de Chiloé. Se remonta a unos 45 años y entre muchas cosas lograron dar visibilidad a las iglesias que luego se transformaron el Patrimonio de la Humanidad. Yo me sumé al programa Chiloé el año 2008 como estudiante y desde ahí que he estado siempre pensando y haciendo cosas en el archipiélago, con distintas intensidades y escalas, vinculado siempre a la docencia y proyectos sobre patrimonio y cultura local.
¿Qué es “Los Cuadernos de Mañungo”, en qué consiste y quiénes más están involucrados?
Los Cuadernos de Mañungo consisten en el recorrido que nuestro carpintero hace por 12 localidades rurales del archipiélago. En cada uno de estos pueblos hay una iglesia que no está en la lista de la Unesco, pero que tienen atributos muy valiosos, singularmente y también como parte de la familia que compone la Escuela Chilota de Arquitectura en Madera.
Las historias que Mañungo relata están desplegadas en un sitio web donde él conversa con las personas que habitan estos lugares, intentando sacar a afuera los valores inmateriales de este patrimonio y al mismo tiempo darnos luces sobre como las historias cotidianas de las personas están bien conectadas con la arquitectura y el paisaje local.
Mañungo hace uso de la narración escritas, de la fotografía y de los dibujos para dar a conocer las historias que están guardadas entre las maderas de estos pequeños templos.
El trabajo en terreno consistió en 40 días muy intensos de despliegue en el archipiélago, viajando por estos 12 poblados. Si bien en el equipo somos 3, del trabajo en terreno participé solo yo. Estábamos justo saliendo de los meses más complicados de la Pandemia del Covid-19 y no sabía bien como funcionaría mi interacción con las personas en cada poblado. Si me abrirían o no la puerta, si podríamos conversar tranquilamente. Tenía mis dudas.
Para mi alegría en terreno me encontré con mucha gente dispuesta a conversar y yo teniendo tantas ganas de escuchar, hicimos en esa combinación que estas 40 jornadas pasaran volando. Todos los días salía en la búsqueda de alguna historia, de alguna persona, haciendo fotos, entrevistas, videos, volando el dron. Fue un viaje muy emocionante donde conocí gente interesante, linda y con mucha voluntad de compartir sus experiencias. Por supuesto que los paisajes del fin del invierno me hicieron también un grandioso telón de fondo, llenando de colores, luces y sombras mi recorrido por tierra y por mar.
¿Qué es lo que más les ha complicado hacer en el proyecto?
Luego de eso la parte más complicada fue sistematizar todo el material y desplegarlo en el sitio web, 12 es un número muy grande. El trabajo de edición de las entrevistas, de los videos y de las fotos tomó meses de mucho, mucho trabajo, pero ya está aquí disponible. Ustedes pueden ver el resultado.
Cuéntanos alguna historia con la que te hayas encontrado y que puedas destacar
Fueron muchas las historias, creo que en total entrevisté a 38 personas. Desde que volví a Santiago desde el archipiélago hago el ejercicio de recorrer las conversaciones y los rostros de las personas con quien compartí. Hay días que por algún motivo recuerdo a don Juan de Llingua que solía cazar pumas, leones como los llama él, en una hacienda de la Patagonia cuando tenía menos de 18 años. De pronto cuando estoy medio enojado recuerdo el desastre que tiene la industria salmonera y de choritos en Huyar Bajo y la rabia que despierta esto en sus pocos habitantes. Cuando quiero evocar paisajes increíbles viajo mentalmente a Apiao y a la isla que casi flota en el punto donde la Isla parece dividirse en dos, el reflejo de las estrellas sobre el estero es una imagen que vuelve muy seguido a mi cabeza. De eso modo, siempre recuerdo alguna historia que me atrajo. Me hice muy cercano de JJ, un chico de Isla Llingua que quiere quedarse en la Isla para hacerse viejito ahí, con quien jugamos y cantamos canciones en la costanera. En Compu conocí a Zoila Lincomán, y presencié el legado que su padre, el Cacique de Compu les dejó al cuidado. En Isla Lemuy fui a Lincay y Puchilco, donde estuve en la casa de mujeres que conocen todos los trucos para vivir bien esta vida, desde sus huertos a sus cocinas viven con autonomía y alegría incluso las penas las profundas que les han tocado. Y, hablado de penas, en Caulín, la Señora Nolfa fue la primera persona que me sedujo en el mundo de las historias personales, porque la suya es digna de ser narrada mil veces. En fin, creo que hay material para muchos gustos.
El proyecto completo lo encuentras en el sitio web https://www.loscuadernosdemanungo.com/
Espero sus visitas y comentarios.
El proyecto fue financiado por el Fondart 2021, en su modalidad nacional en investigación de arquitectura.