Paulina Pérez actualmente trabaja como educadora y vive en la comuna de Quellón, Isla Grande de Chiloé. Es oriunda de Puente Alto, estudió Teoría de la Música en la Universidad de Chile y su primer espacio como educadora fue en ese lugar. Luego comenzó a trabajar en escuelas, en pre-escolar, donde se dio cuenta que para componer para ellos, debía estar en sala con los niños y niñas. Luego en pandemia, comenzó a crear videos para realizar las clases, hasta ahí vivía en Santiago. Luego se fue a la Escuela Raíces de Quellón para trabajar como asistente de la educación, de forma “musical”. Allí creó canciones con y para los niños y niñas que están en proceso de alfabetización.
Su camino en la música empezó alrededor de los 12 años, su papá tenía una guitarra y sus abuelos por parte de él son del campo por lo que pasó gran parte de su infancia ahí, con sus primos. “Mi abuela y abuelo tocaban la guitarra y yo de aburrida la agarré un día y comencé a tocar un cancionero de Violeta Parra”, recuerda.
Siguió tocando, tocó harto tiempo en la iglesia y cuando entró a la universidad incursionó en el mundo del jazz. En 2006 nació su mi primer disco “Cuando la mujer se vuelve canción”, donde tomó canciones de compositoras que admira: Elizabeth Morris, Magdalena Matthey, Emile Pirkenton y Valentina Rodríguez . “Ese disco me gusta bastante, de mucho homenaje a mujeres que han marcado mi vida. Siempre he estado rodeada de mujeres y también de hombres, porque siendo música en la universidad éramos 5 mujeres de 30 y, por ejemplo, en el mundo del jazz hay más varones que mujeres. Pero en mi vida siento mucha influencia de mujeres: mi mamá, hermana, abuela y otras que han sido maestras de vida”, reflexiona Pérez.
Su música se caracteriza por la versatilidad de estilos a partir de la música de raíz latinoamericana, pasando por el pop, el jazz, el hip hop, el rock progresivo y la trova. Sus líricas abordan temáticas diversas relacionadas a relatos personales que invitan tanto a la reflexión como a la catarsis. Respecto a referentes musicales, nombre a Violeta Parra, Chabuca Granda, Ella Fitzgerald, Billie Holiday, Paz Mera, Carla Catalán, Natalia Lafourcade, Mercedes Sosa, Susana Baca, por nombrar algunas.
Siente que es difícil proyectarse en la isla como artista: “porque acá la vida es diferente. Yo vivo en el campo, no tengo auto, no tengo micro, el juntarme a tocar es una odisea. Eso lo hace diferente a estar en la capital”, explica. Paulina venía de una vida en Santiago, donde previo a la pandemia tocaba en una banda llamada Reptila y estuvo en Woodstaco, Imesur y otros escenarios. “Y luego me vine para acá media ermitaña, pero acá hay ¡muchos músicos! Y se podría hacer muchas cosas, Siento que hay que comenzar a proyectar desde los mismos territorios” , reflexiona la artista.
Disfruta mucho del oficio de ser cantora, se siente así actualmente. La música que ha podido compartir es con sus vecinos, en una comida y acompaña con su arte. “Ha sido un poco bajarse del “pedestal” del escenario y llevar lo mío a lo cotidiano. Siento mi escenario transmutando”, señala.
Participar del Festival y Feria Musical Isla Sonora ha sido como “un portal” en su carrera, para salir un poco de su “cueva”. Se enteró del festival por sus amigos músicos de Santiago quienes vieron esto en redes y la animaron a participar. Así que postuló con una música de Chiloé, Carla León, quien la acompañó con bombo chilote. “Yo soy una golondrina viajera, no sé si me quede aquí para siempre y me interese que los sonidos de Chiloé queden registrados, por eso me pareció relevante invitar a Carla”, explica.
Los músicos de Quellón, cuenta, son bien dados a la ranchera y quienes practican la música como un oficio, no como una carrera, son los adultos mayores que tocan acordeón. “Está Lony Cárdenas, que es un tremendo personaje , cada vez que nos juntamos nos ponemos a tocar y practicar”, cuenta.
También ha aprendido harto de la cantora Carla Catalán, con quien estableció una amistad y le enseñó a cantar cuecas. “Héctor Leiva, el compositor que hizo La Pericona por Lincomán, tiene una música muy genial y no está registrada en ninguna parte. Por eso es tan importante lo que están haciendo en este festival, de hacer un registro de la música que está en la Isla de Chiloé” reflexiona. Cree importante ver cómo acercar el mundo de la industria con el mundo del registro del patrimonio inmaterial que está en el archipiélago.
Actualmente Paulina, desde la zona rural de Santa Rosa en Quellón, trabaja en su última entrega.
Los invitamos a ver su showcase aquí